Habitualmente voy al bosque sola, sin un solo amigo, porque son todos sonrientes y conversadores, y por lo tanto inapropiados.
No me gusta que me vean hablando con los pájaros. O abrazando al viejo roble negro. Yo tengo mi forma de rezar. Sin duda, tú tienes la tuya.
Y además, cuando estoy sola puedo convertirme en invisible. Puedo sentarme sobre un montículo, quieta como un puñado de malezas, hasta que los zorros pasan corriendo, despreocupados. Puedo
escuchar el sonido inaudible de las rosas cantando.
Si alguna vez has venido al bosque conmigo, debo quererte mucho.
Mary Oliver